[FOTOS Y VÍDEO] Marcha del Orgullo LGTBI: La plaza Bolívar es de Todxs
A diferencia de la fría y lluviosa mañana de fines de mayo en la que los fanáticos religiosos y ultra conservadores del colectivo Con Mis Hijos No Te Metas se reunieron en la plaza Bolívar para un evento en el que enarbolaron su discurso machista y homofóbico en contra del enfoque de género y la igualdad de derechos, en la mañana del último jueves de junio, el sol iluminó los colores de la diversidad sexual, la tolerancia y el amor que se juntaron frente al Legislativo peruano.
Lograr que una manifestación ingrese a dicha plaza es una excepción con las represivas leyes que prohíben que cualquier protesta siquiera se acerque al Congreso, en el centro de Lima declarado como zona rígida, bajo pena de ser violentadas por la Policía. Sin embargo, las críticas al supuesto permiso que se concedió a los grupos anti derechos en mayo, propició que el Congreso autorice esta semana que ese mismo espacio también sea usado por quienes defienden a diversidad sexual.
Gahela Tseneg es una activista trans de orgullosa ascendencia andina, presente en el evento del jueves. Entre los muchos espacios feministas y LGTBI en los que milita, forma parte de la Fenmucarinap, organización que agrupa a mujeres artesanas, indígenas y campesinas. “Hoy nos llenamos de alegría, llenamos de colores la plaza, estamos muy contentos, muy alegres. Sin embargo, no se nos olvida que este mismo Congreso en el que nos encontramos ha sido justamente el mismo Congreso que nos ha negado derechos, que se ha negado a aprobar iniciativas legislativas, proyectos de ley que justamente son necesarios para poder mejorar la calidad de vida de las personas trans, de las lesbianas, de las personas gays y de toda la diversidad y las disidencias sexuales. Es este mismo Congreso que hoy nos abre las puertas de esta plaza Bolívar, la que ha impedido que en las comisiones, en los plenos se aprueben una serie de iniciativas legislativas que podrían hacer que gocemos plenamente nuestros derechos. Esta misma sociedad que se jacta de ser democrática, es la misma que nos recorta derechos, la que no reconoce nuestros derechos. Por un lado estamos muy alegres, sin embargo no se nos olvida todo lo que queda aún pendiente”.
Un ejemplo de lo que mencionado es el proyecto de ley de identidad de género, presentado ya desde el 2016 pero sin aprobarse todavía. Este le permitiría a las personas transgénero ser reconocidas legalmente con el género con el que se sienten identificadas, que no necesariamente coincide con el sexo biológico, una política que ya existe en muchos otros países.
“Las personas trans no somos tu cuota” corean Gahela y sus compañeras, en alusión a los movimientos sociales, organizaciones, empresas e instituciones que dicen apoyar su causa. “Yo creo que es una autocrítica para todos, para todas y para todes, para dejar de vernos como una cuota y empezar a vernos como una población que merece atención urgente, rápida, inmediata. Porque finalmente, somos la cara visible del movimiento, somos los que finalmente tendemos a recibir las violencias, las discriminaciones con mayor acentuación. No solamente venimos como una crítica al Congreso, sino también para los propios movimientos sociales. Creo que aquí lo que buscamos es asegurar la participación de las personas trans. Buscamos que los movimientos sociales cambien, que el movimiento LGTBI cambie. Pero es una crítica de la manera más fraterna, con mucha alegría, porque entendemos que en este momento y aquí estamos todos aquellos que estamos en la misma orilla del río. Es una crítica con mucho cariño y más es una invitación a cambiar nuestras formas organizativas”.
Entre los parlamentarios que apoyan el evento, no solo hay figuras de la izquierda, sino además de la derecha liberal. “Bagua No Se Olvida” no dudo en gritar Gahela y muchas demás de las presentes, cuando la vice presidenta Mercedes Aráoz se hizo presente, para increparle por su responsabilidad en el trágico conflicto social del Baguazo en la Amazonía peruana en el 2009.
Muchos sindicatos, movimientos estudiantiles e indígenas han sido reprimidos por la Policía en su intento por protestar ante el Parlamento. Esto alimenta los argumentos de los sectores homofóbicos que aún persisten minoritariamente dentro de la izquierda. Empero, Gahela, quien milita en el partido izquierdista Nuevo Perú, ve la coyuntura más bien como una oportunidad: “Yo les pediría y les exigiría con mucho cariño que revisen sus principios, porque alguien que se reconoce como izquierda no puede negar cosas que son necesarias para poder alcanzar una sociedad con igualdad de oportunidades y condiciones para todos, para todas y para todes. No puede haber una izquierda de espalda a las mujeres, a los jóvenes, a las poblaciones indígenas, al proletariado, a la gente obrera, como tampoco puede haber una izquierda de espaldas a la población LGTBI. Lo único que están haciendo es luchar, no por todas las personas, sino luchar por los heterosexuales, por las personas cisgénero. Entonces creo que hay que invitarlos a revisar si están militando realmente en la izquierda o en el centro o en la derecha y están sirviendo finalmente al capitalismo. Además hay que recordar que esta lucha es por amor y nuestro amor es anticapitalista porque cuestionamos las formas en cómo este sistema genera vulneraciones y genera sistemas de opresión. Y hasta que no nos liberemos todas, seguiremos total o parcialmente presas”.
“Es una invitación yo creo que a todos. Es la primera vez que estamos en la plaza Bolívar, pero esperamos que no solamente los movimientos LGTBI hagan uso de esta plaza. Esta plaza debería ser de uso de todos los movimientos en general, porque finalmente es un espacio público y debería servir para toda acción pública que busque reivindicar derechos”.
“Lo que hacemos aquí es reivindicar derechos y celebrar el amor. Porque no hay otra cosa, es una lucha y una disputa por reconocer que el amor es válido. Y nuestro amor, tú puedes ver los afectos, los abrazos, la alegría con la que nos saludamos, con la que hablamos, con la que nos despedimos, con las que nos dirigimos los unos a los otros. Porque esa es nuestra forma, esa es nuestra manera” se reafirma Gahela.
Fotos de Jai G. y Alan B.
Decenas de miles acudieron a la marcha del Orgullo LGTBI el último sábado de junio en el centro de Lima, conmemorando la revuelta de Stonewall de 1969. Lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, personas no binarias y un sinfín de diversidades sexuales, además de sus familiares, amigos y aliados, mostrándole a la ciudad homofóbica que son parte de ella.
Los políticos de derecha no son los únicos que despiertan críticas dentro del movimiento. El célebre conductor de televisión gay Ricardo Morán es criticado por sectores del feminismo y lésbicos por recurrir al método de la maternidad asistida para tener dos hijos en el vientre de una tercera persona. Conocida como gestación subrogada, esta técnica es considerada por muchas feministas como una forma de explotación del cuerpo de las mujeres por parte de quienes pueden pagarla. Prohibida en países europeos y en algunos Estados norteamericanos, se ha convertido en un negocio millonario en torno a mujeres pobres que rentan su vientre de alquiler a clientes homosexuales y heterosexuales del primer mundo. En el Perú, hay un proyecto de ley pendiente para regular este procedimiento. El congresista liberal y activista gay Alberto de Belaunde y las parlamentarias izquierdistas de Nuevo Perú se muestran a favor.
Por su parte, la gerente de fiscalización de la Municipalidad de La Victoria y activista lesbiana, Susel Paredes, fue repudiada por un grupo de lesbianas durante la marcha, quienes se identificaron como hijas y familiares de trabajadoras ambulantes, dada la política de violencia municipal que la funcionaria ha desatado contra las humildes vendedoras de las calles del distrito. “No puede haber racismo ni clasismo en el movimiento LGTBI” le increpaban las manifestantes.
Días antes de la movilización, las organizadoras publicaron un pronunciamiento deslindando de un bloque de feministas radicales que realizó un llamamiento a la movilización de mujeres lesbianas o bisexuales que sólo se relacionasen con mujeres, lo cual fue visto como bifóbico. Aunque el grupo aludido en el comunicado rechazó las acusaciones, finalmente asistió a la marcha.
También las empresas que se han mostrado a favor de la marcha han sido cuestionadas. Mientras cambian sus logotipos comerciales con los colores del arcoíris LGTBI, muchos activistas se preguntan ¿Contratan trabajadores LGTBI? ¿Permiten que las trabajadoras trans puedan identificarse con su género? ¿Qué condiciones les ofrecen para no ser discriminados?