[FOTOS] El Día del Amor no es para todos

La intolerancia hacia la comunidad LGTB queda nuevamente en evidencia. No solamente por su invisibilización a nivel legal, sino por el trato discriminatorio hacia conductas tan simples como una demostración de afecto.

El evento Besos Contra la LGTBfobia de este sábado, el cual solo consistió en un grupo de parejas homosexuales que se besaron en la vía pública, fue desproporcionadamente reprimido por la Policía con macanazos, gas pimienta y el rochabús, como difundieron diversos medios. Pero más allá de la habitual saña de los agentes antidisturbios contra cualquier manifestación en zonas rígidas como la Plaza Mayor de Lima, existe una total intolerancia por parte del aparato estatal hacia los homosexuales.

“Ser una persona homosexual en el Perú te pone en una situación vulnerable constantemente. Todo el bombardeo de mensajes de la Iglesia y los medios hacen ver a las personas LGTB como personas enfermas, tóxicas para la sociedad. En los espacios laborales, somos víctimas de acoso o de despido. Las calles son peligrosas, estamos expuestos a la violencia. Sentarme en una banca a darme un beso con mi pareja es una cuestión de incertidumbre porque las personas o los propios policías terminan siendo agresores” nos relata Orlando Sosa, otro de los jóvenes gays agredidos en el centro.

Las bodas simbólicas para las personas del mismo sexo que se realizan en Miraflores, cada año en el día de San Valentín, son un modo de intentar gritarle a la sociedad que reconozca las uniones que se dan de hecho, pero no son reconocidas por nuestra legislación, a diferencia de la mayoría de países de la región. Los argumentos en contra sostienen que la homosexualidad es contraria al concepto de familia católica y tradicional. Esto no solo constituye una discriminación a quienes tienen derecho a formalizar su proyecto de vida con otras personas, sino también una injerencia de preceptos morales y religiosos en un Estado supuestamente laico.

“No existe una sola ley que combata la discriminación, para sancionar los crímenes de odio. Nos matan por nuestra condición. El Congreso mismo no quiso aprobarlo. Esto es parte del derecho a ejercer la libre personalidad de cada ser humano. ¿Qué quieren, que vivamos a escondidas? La Policía es otro escollo en el camino, no existe un protocolo de atención para casos de violencia homofóbica. Ni tampoco un sistema de difusión de nuestros derechos y el Estado está obligado. Pedimos una Ley de Identidad de Género. Que más chicos y chicas no se intenten suicidar por la humillación que sufren en sus familias o en la escuela. Estamos por el matrimonio igualitario. Nosotros también amamos. No está demostrado que los niños se dañan, pero la gente le cree más a la Iglesia” sentencia María Isabel Sedano, quien se autodefine como feminista, lesbiana y socialista.

Fotos de Jai G. y Alan B.

La discriminación que sufren las personas LGTB ha llegado en varias ocasiones al grado de tortura, con consecuencias tan graves como la violación, el suicidio o el homicidio. En un informe del colectivo No Tengo Miedo, el noventa por ciento de entrevistados afirmó haber sufrido algún tipo de violencia por su condición sexual, aunque el objeto de estudio solo fueron doscientos sesenta personas, es una escalofriante cifra que, dadas las constantes agresiones denunciadas, parece muy representativa. Esta violencia no es inocua, ya que entre el año 2014 y 2015 cuatro personas se suicidaron por presiones ligadas a su orientación, una de ellas de tan solo doce años. Otras trece personas fueron asesinadas de forma violenta y con alevosía, la mayoría hombres homosexuales y transexuales femeninas, según un informe de Promsex y la Red Peruana TLGB. Pero un tipo de agresión que atravesó fronteras y se convirtió en un escándalo mediático en otros países fueron las llamadas “violaciones correctivas”.

Este tipo de ataque tiene dos facetas: la homofobia y el machismo. Se trata de una práctica de violencia contra mujeres lesbianas con la intención de “curar” su homosexualidad obligándolas a estar con un hombre en contra de su voluntad. No solo cuestiona la veracidad de su orientación sexual, si no que ejerce un poder violento en contra del cuerpo de la víctima, como si éste solo sirviera para beneficio masculino y no le perteneciera a una persona con capacidad de elección.

Más allá de las opiniones a favor y en contra de la unión civil o incluso de la homosexualidad en sí, lo cierto es que estas orientaciones sexuales siempre han existido y pretender ignorarlas desde una supuesta democracia es negar los derechos de una parte de la población, que cada día se expone a ser discriminada por el hecho de ser quienes son por parte de instituciones, fuerzas policiales, grupos conservadores y un Gobierno que no les representa.

Redacción La Plaza

Colectivo de periodistas independientes que, sabiendo lo que nos espera, no tenemos reparo en enfrentarnos al excluyente sistema económico ni al represor sistema político.