[FOTOS] Trabajadores mineros en huelga por la negociación colectiva y contra la intransigencia empresarial

El veintiséis de agosto último, el Ministerio de Trabajo emitió un oficio que colmaría la paciencia de los miles de obreros que extraen el mineral en los en los túneles y cerros destajados que el Estado peruano le concesiona por décadas a millonarias empresas mineras transnacionales. En dicho documento, el director general de Trabajo Juan Gutiérrez Azabache firmaba su respaldo a la decisión de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía de desconocer las exigencias del sindicato de entablar una negociación colectiva por rama de actividad. La protesta era inminente.

A diferencia de los acuerdos particulares que cada empresa puede firmar con sus propios sindicalistas, la negociación por rama de actividad involucra a todos los obreros del país de un gremio específico que se sientan a negociar sus condiciones con los representantes de todas las empresas que se dedican al mismo rubro. Un ejemplo son los años de luchas, protestas y mártires que le ha costado a Construcción Civil lograr que todos los albañiles del Perú puedan gozar de los mismos derechos laborales ante las empresas inmobiliarias. Ahora parece haberles llegado el turno de los trabajadores mineros.

Sin embargo, la Sociedad Nacional de Minería se niega a sentarse con los representantes de la Federación Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos del Perú, arguyendo que es una institución fundada por empresarios con el único fin de promover la actividad, pero no de entablar negociaciones colectivas. Desde luego, el Estado peruano, en su afán de promover la actual reforma laboral que despoje de derechos a los trabajadores y facilite despidos, avala tácitamente esta situación, en lugar de tutelar un clima de acuerdo entre ambos bandos.

Cabe recordar que en su calidad de ministra de Trabajo, Sylvia Cáceres, titular de la cartera, es la responsable de velar por un clima laboral favorable al diálogo social entre empleados y empleadores, en lugar de permitir que su entidad se pronuncie a favor de una de las partes. Asimismo, la negociación colectiva por rama de actividad es uno de los derechos laborales fundamentales y más normalizado entre los gremios industriales en diversos países, sobre todo en aquellos sectores que principalmente le reportan al país los mayores ingresos macroeconómicos, como indudablemente es la minería en el Perú extractivista.

Jorge Juárez, secretario general de la Federación, aprovechó el conflicto social desatado por el rechazo de los campesinos arequipeños al proyecto minero Tía María para expresar su solidaridad con ellos ante la prensa y exponer que esas mismas empresas que contaminan los valles y ríos del Perú, ni siquiera muestran un ánimo de cumplir con los derechos laborales de sus trabajadores. Asimismo, esgrime como antecedente una sentencia del Tribunal Constitucional de 1999 en el que dicho organismo reconoce el legítimo derecho a negociación por rama frente a una acción de amparo presentado precisamente por la minera Southern Cooper en aquel entonces.

La propaganda para la huelga rememoró a Saúl Cantoral, el mártir de la Federación, quien encabezó las huelgas a fines de los ochenta exigiendo también la negociación por rama y fuera asesinado en febrero de 1989 por el comando paramilitar Rodrigo Franco, bajo órdenes del gobierno aprista de Alan García para golpear al movimiento sindical.

Ya el martes diez de setiembre empezaron a llegar los obreros mineros de todo el Perú para protestar en Lima. El esfuerzo organizativo de tener a miles de hombres tan lejos de sus puestos de trabajo en las provincias debía aprovecharse al máximo los pocos días que puedan estar en la capital.

Edson es dirigente del sindicato de la minera Los Quenuales, que opera las unidades de Yauliyacu e Iscaycocha en la provincia de Huarochirí, a las afueras de Lima. En noviembre del año pasado tuvo que enterrar a dos compañeros suyos que murieron en una explosión al interior del túnel del socavón del que se extraen zinc, plomo y plata. En mayo estuvo en la capital, protestando por el justo reparto de utilidades y acatando una exitosa huelga de diez días.

Señala que muchos de sus compañeros presentan problemas respiratorios como silicosis, enfermedad pulmonar producida por respirar restos de sílice en el aire de los túneles durante años, así como metales pesados en la sangre, problemas auditivos y estrés térmico por el frío extremo. Las empresas aseguradoras les ponen trabas para reconocer en el papel dichos males ocupacionales y permitirles acceder a una jubilación digna. Son cerca de mil doscientos ochenta obreros en su sindicato, casi todos en planilla. Reciben un sueldo de poco más de dos mil soles mensuales. También se queja de la falta de seguridad contra accidentes, mala alimentación y suspensión de actividades en otras minas de Los Quenuales para producir despidos masivos. “Después de haber entregado nuestras vidas, merecemos un trato digno para terminar nuestro ciclo”.

El mítico Saúl Cantoral provenía de la actual base de la minera china Shougang, que tiene el mayor yacimiento de hierro en el Perú en el distrito de Marcona, en la costa de Ica. Miguel Flores es otro joven sindicalista de dicho gremio, quien recuerda la protesta del 2015 cuando un vecino de dicha localidad minera murió baleado por la Policía. Acusa que la empresa se niega a contratar a los parientes de los dirigentes como represalia.

Es una mina de tajo abierto, con los riesgos para la salud que implica. La principal enfermedad que desarrollan los más veteranos trabajadores es la neumoconiosis. Los obreros recién se jubilan a edades demasiado avanzadas, a los setenta años, por no cambiar el sueldo de poco menos de tres mil soles por una pensión de ochocientos; luego descubren que las décadas de trabajo aspirando polvo les han arruinado el sistema respiratorio y fallecen a los pocos años. La empresa sigue negándose a cualquier mesa de diálogo con el sindicato para tratar el tema de la contaminación. Miguel incluso relata que el hospital María Reiche en Marcona está tan desabastecido que sus esposas embarazadas se van a dar a luz a sus hijos a otras ciudades.

Entre los mil obreros mineros en Shoungang, además de otros ochocientos empleados, la empresa tiene una serie de categorías por antigüedad con abismales diferencias de beneficios laborales. Miguel está en régimen continuado, trabaja domingos y feriados pero recibe más bonos a cambio de pasar menos horas con su familia. Recién reciben pagos por utilidades desde el 2005, pese a ser una de las minas más antiguas del país.

CRIMINALIZACIÓN CONTRA UNA LUCHA HISTÓRICA

Desde el primer día de la huelga, también se acusaba que entre las bases de mineros habían algunos militantes del Partido Comunista Peruano (PCP-Unidad), el mismo que controla la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP) y la Federación de Trabajadores en Construcción Civil del Perú, quienes intentarían sabotear la huelga desanimando a sus compañeros, dado su antiguo recelo por no poder controlar ese sindicato. Jorge no escatimó en tildarlos de traidores durante su mitin en la plaza San Martín del martes.

El miércoles, mientras Jorge y sus compañeros dirigentes irrumpían en una sesión del Congreso peruano para gritar sus reclamos a esos mismos parlamentarios que aprueban leyes anti sindicales, los miles de trabajadores mineros estaban marchando y siendo violentados por la Policía en la avenida Abancay, siempre con el pretexto de que está prohibido protestar en el frontis del Palacio Legislativo. Pero la jornada más contundente llegaría el jueves doce.

Fotos de Alan B.

Se acordó una reunión entre los funcionarios del Ministerio de Trabajo, los empresarios de la Sociedad de Minería y los dirigentes de la Federación en las oficinas de dicha sede del Ejecutivo. Mientras Jorge y sus compañeros esperaban arriba en las oficinas, cientos de trabajadores protestaban en la avenida Salaverry ante la entrada del ministerio. Los representantes de los empresarios no llegaron nunca. Los funcionarios declararon pospuesta la reunión ante la ausencia de una de las partes, lo que empezó a caldear los ánimos. Los sindicalistas se negaron a abandonar la oficina a la que habían sido invitados hasta que la reunión se realice a como dé lugar. Por la ventana, comunicaban a sus compañeros de su indignación.

Desde los exteriores, se veía por los vidrios del ministerio cómo efectivos policiales y de seguridad privada empujaban a los sindicalistas afuera del despacho. El enfrentamiento resultó inevitable. Los obreros mineros respondieron a los disparos y gases lacrimógenos que la Policía usó para desalojar la avenida Salaverry. Los grandes medios de prensa acusaron a los trabajadores de desatar la violencia e incluso señalaron que Jorge y los otros dirigentes habían invadido el edificio, cuando solo se habían apersonado por una invitación.

Tras un par de horas de feroz batalla campal, la llegada de congresistas del izquierdista Frente Amplio tranquilizó las hostilidades de aquella explosiva tarde del jueves. Pero luego de entrar al ministerio, sus esfuerzos por evitar que los dirigentes sean detenidos fueron inútiles. El bus policial que se los llevó a la comisaría partió raudamente, dejando una estela de lacrimógenas para que los obreros no puedan seguirlo.

Además de golpear a los mismos congresistas, la Policía también se llevó detenidas a dos esposas de los dirigentes e incluso a una joven estudiante de periodismo que los mineros habían contratado para que grabe en vídeo la reunión. En el atestado se les acusa de violencia y resistencia a la autoridad. Mientras sus compañeros hacían vigilia afuera de la comisaría y del Ministerio Público, recién el sábado fueron liberados los diecisiete detenidos, quedando pendiente la denuncia penal.

Al cierre de esta edición, la huelga ha quedado temporalmente suspendida, los mineros regresan a sus provincias, atentos a la siguiente acción de protesta, puesto que no piensan renunciar una lucha que les viene tomando años. Saben que Saúl Cantoral los está observando.

Alan Benavides

Terminé Periodismo, fotografío protestas y escribo sobre conflictos sociales. No confío en ningún gobierno, ninguna forma de poder económico ni violencia uniformada.