[VÍDEO] Vigilantes de la montaña amazónica: Contra la minería ilegal en el Cenepa
“Nuestra quebrada o río Cenepa es una caída desde la cordillera. En las riveras están los pueblos awajún. Los niños se bañan todos los días. Al momento de hacer la minería ilegal todos los tóxicos caen directamente al río. Ahorita les están encontrando como un tipo de alergia en sus cuerpitos. Además, no hay pescado que se pueda comer con confianza porque ya estaría contaminado” relata Augostina Mayan Apikai, lideresa de la comunidad indígena del Nuevo Kanam en el distrito amazónico del Cenepa, cercano a la frontera peruana con Ecuador.
Como muchos pueblos originarios del Perú, Augostina y sus compañeros de la etnia awajún deben viajar a la ciudad para llevar sus reclamos a las autoridades. El diez de agosto ella y el también dirigente indígena Isaías Mayan se encontraban en el aeropuerto de Pucallpa a punto de subir al avión cuando fueron detenidos por la Policía por treinta horas hasta ser liberados por intervención de organismos de derechos humanos y del Ministerio de Cultura.
Pesaba sobre ellos una acusación por secuestro por hechos del 2018, la notificación judicial nunca había llegado a su localidad por las restricciones de la pandemia. “Me han detenido como una persona delincuente” cuenta Isaías. Hace tres años, retuvieron a tres personas extrañas con implementos de minería que ingresaron a la comunidad indígena San Antonio. Aducían ser turistas pero sus herramientas los delataban. Cerca de un millar de comuneros esperaron a los funcionarios del Ejecutivo que constataron que no sufrieron ningún maltrato y estaban bien alimentados. Tras una semana liberaron a los mineros y éstos denunciaron por secuestro a Augostina, Isaías y otros ocho compañeros. “¿Qué pasa con el Estado? ¿Por qué no han analizado en qué situación las personas del Cenepa han actuado de esa manera?” reflexiona el dirigente.
“Hace mucho tiempo hemos vivido libres. Mis tatarabuelos, mis abuelos, mis padres. Pero hoy en día estamos en una crisis muy seria” refiere Isaías. En 2004 se creó el Parque Nacional Ichigkat Muja de la Cordillera del Cóndor; luego el gobierno aprista de Alan García recortó su extensión para concesionar a una transnacional estadounidense. “Desde el 2006 llegó a nuestras comunidades la empresa Afrodita”. Según acusa, tras el trágico conflicto del Baguazo en 2009, la compañía empezó a utilizar a los mineros aluviales para continuar sus actividades, entre ellos también muchos indígenas lugareños, generando rencillas entre familias y localidades. “Ha manipulado a mis hermanos, mis primos, mis tíos y nos hizo pelear mucho tiempo”.
“Nosotros sobrevivimos con nuestra tierra. La tierra nos da de comer, satisface nuestras necesidades y nos da el aire” prosigue Isaías, mientras manifiesta que al momento de la entrevista hay seis dragas operando las veinticuatro horas ininterrumpidas en las inmediaciones de su comunidad. “Día a día hemos consumido agua de la cabecera que viene hasta donde vivimos. Soy una persona que vive junto con ese cerro, con ese bosque”.
Hortez Baitug es presidente de la Organización de Desarrollo de las Comunidades Fronterizas del Cenepa (Odecofroc) y líder de la comunidad Papag Entsa. En 2020 antes de la pandemia estuvo en Lima protestando contra la complicidad entre la Policía y las autoridades municipales del distrito del Cenepa y las mafias peruanas y ecuatorianas de mineros ilegales y narcotraficantes que destruyen la Amazonía impunemente. “Defendemos nuestra cultura. Defendemos el derecho colectivo del pueblo” dice mientras recuerda cómo los antidisturbios lo empujaban con escudos frente al Palacio de Justicia.
“OEFA ha terminado el estudio en el que el río Cenepa se encuentra contaminado por el uso de materiales tóxicos, mercurio, de los mineros aluviales” reitera Hortez, nuevamente en Lima junto a Augostina e Isaías en la tercera semana de agosto para tramitar garantías personales por su vida ante el Ministerio del Interior. “Venimos haciendo denuncias ante los fiscales ambientales pero nadie ha hecho nada. Tenemos amenazas ciertas, nos buscan. No tenemos seguridad, no nos protege el Estado”. La última vez que los mafiosos al mando de un conocido minero de la zona llamado Sejekam Sejekam fueron a las mismas oficinas de Odecofroc para amenazarlos de muerte fue en diciembre pasado. Sabe perfectamente los nombres de los empresarios que financian estos crímenes ambientales pero de poco le sirve. “Toda denuncia que hemos hecho, Fiscalía notificó a estas personas y solamente van a escuchar a falsos testigos”.
El distrito del Cenepa literalmente se ha convertido en tierra de sicarios afirman los dirigentes de Odecofroc. En julio del 2017 dos policías de investigaciones que hurgaban entre las mafias del narcotráfico fueron encontrados muertos en el cercano distrito de Nieva. Entre el diez y doce de febrero del 2020, Hortez y más de un millar de indígenas protestaron contra la corrupción del gobernador regional de Amazonas, Óscar Altamirano, a quien acusan de no ejecutar obras de agua potable para sus comunidades. Unos trescientos matones contratados según sospechan por el sub gerente regional Hermógenes Lozano, los atacaron en plena movilización, llevándose a dos de ellos para torturarlos y liberarlos unos días después. Luego el trece de febrero fue encontrado en la selva el cadáver de Américo Entsakua, otro líder nativo presente en la marcha. “Estamos en una persecución política. Los denunciados en libertad y los defensores bajo persecución”.
Los comuneros aducen que miles de pies cúbicos de madera son sacados del distrito del Cenepa por las mafias de taladores ilegales cruzando la frontera con Ecuador. Asimismo, acusan que los mineros aluviales financian falsas comunidades indígenas con la complicidad del gobierno regional, siendo en verdad grupos irregulares traídos para operar las dragas que ya van contaminando quinientas quebradas extrayendo el preciado oro del lecho del río. Incluso se alquilan a niños y adolescentes para que trabajen en estas nefastas actividades.
Con la ayuda de algunas instituciones, en la comunidad de Augostina han implementado chacras multiestrato y piscigranjas para alimentarse de pescado fresco, aunque inevitablemente los peces se contaminan y mueren con el mercurio que dejan los mineros. Las mujeres ceramistas elaboran piezas de artesanías para vender en las ciudades y preservar la cultura awajún pero la tierra contaminada ya no produce arcilla de la misma calidad. “Estamos en altísimo riesgo de desaparecer. Son unos irresponsables los hermanos que realizan esas actividades. Y lo peor de todo, las autoridades locales, provinciales, regionales, son testigos, está a la vista” advierte la lideresa. “La economía libre, ilegal, sin control, sin supervisión, es muy complicada de combatir”.
“Los jóvenes tratan de dedicarse a la minería ilegal donde sienten que la plata se sacará sin sudor. Pero los que se esfuerzan, los padres ahí están defendiendo la cultura, la biodiversidad, el ambiente” pronuncia Hortez mientras exige una urgente operación policial de interdicción contra las dragas en su río y que ya el pueblo organizado se encargará de limpiar los desechos.
Fotos de Alan B.