Obreros municipales de Miraflores exigen reposición al alcalde y candidato Luis Molina

Altavoz en mano, Noé Enrique pide disculpas a los vecinos por la bulla que genera todas las mañanas la protesta de sus compañeros ante el palacio municipal de Miraflores. Algunos transeúntes del parque Kennedy se detienen para leer sus carteles mientras otros no tienen reparos en pasar indiferentes tapándose los oídos. Aunque nunca han tenido problemas con los policías, una línea de uniformados municipales se posiciona en el frontis del edificio para vigilarlos.

Noé también era guardián en un local administrativo del municipio hasta junio del 2019 en que recibió su carta de despido pese a que laboraba para la comuna miraflorina desde los años noventa. Empezó siendo obrero en parques y jardines pero un accidente de tránsito le dañó un brazo y le impidió seguir podando las plantas del distrito. Desde 2014 fue activista sindical siendo reconocido como negociador vocero por la misma autoridad edil.

Al terminar su mandato en enero de 2019 el anterior alcalde de Miraflores y ex alcalde de Lima Jorge Muñoz, los trabajadores tenían ganado un laudo arbitral por negociación colectiva que incrementaba su sueldo mensual de poco más de mil soles. Pero la entrante gestión de Luis Molina Arles dejó de pagarles dicho monto adicional, por lo que en junio de ese año empezaron a protestar cerca de cuatrocientos obreros. En represalia, cincuenta de ellos fueron despedidos, los más activos líderes del sindicato.

Aquel cinco de junio del 2019 fuera de su horario laboral, los trabajadores se manifestaron en los exteriores de la comuna miraflorina. Una de las obreras estaba disfrazada como rata con billetes pegados al cuerpo mientras todas arengaban culpando al alcalde Molina. Esta situación de protesta sería usada como excusa por la administración edil para despedirlos alegando que se atentaba contra la buena imagen y el honor del burgomaestre y la institución.

Pese a ser trabajadores formales de la planilla municipal, los más de cincuenta en julio ya se encontraban en las calles. Es así que en diciembre del 2019 inician una huelga de hambre acampando en la vereda frente al palacio edil de Miraflores, reclamando su reincorporación y aceptando que sus sueldos de los meses que estuvieron despedidos y laudos arbitrales sean pagados en plazos. Tras una semana por fin el alcalde aceptó sentarse a dialogar con ellos días después de navidad, reunión que fue anunciada en las redes sociales de la institución como solución del conflicto. Sin embargo la pandemia del coronavirus llegó en un par de meses y la comuna les dijo que el estado de emergencia nacional les impedía reponerlos de inmediato.

Dadas sus edades los obreros optaron por no salir a protestar en los primeros meses de pandemia mientras en el Poder Judicial los procesos laborales les iban dando la razón. Cabe destacar que no lograron ingresar una sola demanda de reposición para todo el conjunto de despedidos sino que cada uno siguió un proceso individual. Virgilia Moreno fue una de las primeras trabajadoras que en noviembre de 2020 obtuvo una sentencia favorable de nulidad de despido lo que motivó al resto de sus compañeros a reanudar sus reclamos a partir del año siguiente.

Ya para fines del 2021 casi todos los trabajadores tenían sentencias judiciales o medidas cautelares que ordenaban su reposición. De los cincuenta y seis despedidos en 2019, uno había fallecido y en enero de este año siete de ellos habían recuperado sus puestos de trabajo, incluido el entonces líder del sindicato Luis Alberto Carpio. Junto a él entraron las cuatro de más edad según acuerdo de los mismos obreros pero sus años fueron excusa para ser nuevamente despedidas al mes siguiente argumentando que su vejez les impedía seguir cumpliendo sus labores a cabalidad. Noé culpa al gerente municipal Óscar Lozán y a la subgerente de recursos humanos Maritza Casaverde de embaucarlos en las negociaciones y simplemente reponer a tres de los sindicalistas para intentar desarmar el gremio y calmar las protestas.

Fotos de Alan B.

SOBREVIVIENDO AL DESPIDO EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Virgilia entró como obrera de limpieza pública durante la gestión del entonces alcalde de Miraflores Alberto Andrade a inicios de los años noventa, siendo es la más antigua de las manifestantes con sus cincuenta y nueve años de edad. Ganaba algo más que sus compañeras por incentivos por buen desempeño e incrementos conquistados en sus incansables décadas de luchas sindicales.

En julio del 2019 una carta de despido cambió su vida. Tuvo que cambiar la escoba miraflorina por los desayunos que empezó a vender como ambulante a las afueras del mercado de Magdalena para así mantener a su hija adolescente quien quiere postular a la universidad. Como ex trabajadora municipal ahora tenía que enfrentar la violencia de fiscalizadores municipales de otro distrito que en más de una ocasión la echaron de las calles. Las restricciones de inmovilidad social en los primeros meses del coronavirus fueron otro obstáculo en su nuevo autoempleo.

Vive en la casa de su madre en Magdalena quien falleció por la pandemia hace un año. Cuando no podía salir a vender a las calles su hermana le invitaba comida para ella y su hija. En octubre del 2021 otra resolución judicial confirmó la nulidad de su despido pero sigue desempleada.

Domitila Sihuincha ganaba mil soles como sueldo base siendo trabajadora de mantenimiento en las oficinas de monitoreo de cámaras de seguridad pero con los descuentos de ley obtenía ochocientos con los que mantenía a su esposo discapacitado “¿De dónde vamos a comer?” El mismo alcalde en una reunión de diciembre del 2019 le prometió que apenas tenga una sentencia favorable en primera instancia la reincorporaría si es que levantaban la huelga de hambre. Luego en otro encuentro de este año le pidió que no llore y que las reincorporaría de cuatro en cuatro trabajadoras mensualmente. “Toda nuestra juventud hemos dejado. Ahora que somos de edad nos dan una patada a la calle. Esa señora Casaverde de repente ha nacido en cuna de oro, no sabe qué es pobreza”. Tiene sesenta y cinco años y cuida a sus seis nietos mientras sus hijas trabajan.

“¿Por qué no me dejan terminar de trabajar? De ahí me voy tranquila, no fastidio a nadie”. Domitila obtuvo su medida cautelar de reposición en abril del 2021 que tampoco es acatada por la comuna. “Personas que son mayores, un mes las recibieron. Las botaron y ahora una señora, un mes está en la cama, por estrés está mal. Si se muere será culpa de ellos”.

Las señoras nos ruegan que difundamos su caso. “Apóyenos, defiéndanos porque usted también tendrá su madre. En la huelga de hambre han venido de todos los canales de televisión. Entraban a la municipalidad, salían de la municipalidad y se van y no decían nada”.

Noé remarca que los sueldos de dos años de despido finalmente tendrán que ser pagados íntegramente a sus compañeros perjudicando así las arcas municipales y con esto a los mismos vecinos miraflorinos que pagan arbitrios. Refiere que en uno de los diálogos iniciales los funcionarios ediles les habían dicho que si cuatro trabajadores lograban sentencias favorables ya no serían necesarias las del resto para reintegrarlos pero el tiempo se olvidó de las promesas.

Hoy en la tarde tienen programada otra reunión con los funcionarios aunque Noé no abriga muchas esperanzas, al igual que Luis Molina Arles quien apenas figura con un cuatro por ciento como candidato del partido derechista Avanza País en las encuestas de las próximas elecciones para la Municipalidad de Lima Metropolitana.

Fotos de Alan B. y Jai G.

Alan Benavides

Terminé Periodismo, fotografío protestas y escribo sobre conflictos sociales. No confío en ningún gobierno, ninguna forma de poder económico ni violencia uniformada.