[FOTOS] Migrantes de Haití varados en una estación de buses en Lima por la pandemia
Cuando salió de Chile, Joseph nunca pensó que viajar para visitar a su primo en Colombia lo alejaría por tanto tiempo de su mujer y su hija. Llegó a Lima en marzo y antes de poder embarcarse en un vehículo hacia la frontera norte del Perú, la cuarentena decretada por el gobierno contra la pandemia del coronavirus lo obligó a quedarse en la terminal de buses Flores, en el popular distrito de La Victoria. Natural de Puerto Príncipe, los quince compatriotas con los que duerme en la estación se han convertido en su nueva familia.
Eran más de doscientos migrantes procedentes de Haití, entre hombres, mujeres y niños, quienes se quedaron en las estaciones terrestres de las empresas Civa y Flores en la avenida 28 de Julio cuando inició la cuarentena en la quincena de marzo. Sin conocerse entre ellos, viajaban a diferentes destinos cuando la pandemia y las medidas sanitarias que prohíben viajes interprovinciales e internacionales truncaron sus planes.
Si bien la gestión de activistas y organismos de derechos humanos logró que las mujeres y niños reciban techo y comida en un convento religioso de los hermanos salesianos y en otros albergues, cerca de una veintena de hombres no pudo encontrar asilo, por lo que continúan pernoctando en el terminal Flores. Un número semejante de haitianos sigue en la estación Civa, a una cuadra de distancia.
Michel es de los pocos que hablan español fluido entre sus compañeros. Tiene treinta y nueve años y ya no tiene dinero para comprar un boleto de bus cuando se restablezca el transporte terrestre. Nació en Cabo Haitiano, una pequeña ciudad ubicada al norte de la isla, en el mismo asentamiento donde Cristóbal Colón fundó el fuerte Natividad en su primer viaje. Michel salió de su país en el 2017 por la violenta crisis económica y política, dejando su empleo en la construcción y a sus hijos allá. Llegó a Chile, donde laboró como trabajador agrícola en el campo por dos años, hasta que decidió ir a visitar a sus familiares en Ecuador. En marzo, lo sorprendió la pandemia en La Victoria antes de comprarse un pasaje para viajar a Tumbes. Luego de los cien días de estado de emergencia, se ha quedado por completo sin ahorros para comer o pagarse un hospedaje.
Frantson es de los más jóvenes del grupo y solamente habla francés. Nació en la capital Puerto Príncipe hace veinticuatro años. Es soltero, sin hijos y hace tres años dejó sus estudios en Haití para ir a buscarse la vida en Brasil, donde trabajó con computadoras. Vino al Perú de camino a visitar a su primo en Colombia. Es de los cuatro migrantes que sí se compró un boleto y va a poder viajar apenas se reinicie el servicio. Por lo menos eso le ha asegurado la empresa Flores.
Joseph es un par de años mayor que Frantson y es de los pocos que entiende castellano. Estudiaba, aunque no tenía dinero ni empleo. Ya estaba separado de la madre de su hijo en Haití cuando emigró en setiembre del 2017. Al mes siguiente, su hermano lo alcanzó en Chile. Allí Joseph conoció a su actual pareja haitiana, con quien tiene una hija. Fue obrero rural, cosechando frutas y verduras como Michel, hasta inicios de este año cuando quiso visitar a su familiar en Colombia y se quedó varado en Lima. Tampoco llegó a comprar boleto. Ahora sólo piensa en regresar a Chile para ver a su pequeña.
Fotos de Alan B.
Eran veintiún hombres en el terminal Flores hasta hace un par de semanas, luego cinco de ellos se hartaron y se arriesgaron a viajar caminando hasta Tumbes en plena cuarentena. Los dieciséis que quedan duermen en colchonetas y se alimentan con lo que la gente les ha donado, pero ya han recibido advertencias del empresario dueño de la estación para que se vayan antes de las inspecciones municipales y la reapertura del servicio de buses en los próximos días.
Una de las mujeres haitianas estaba embarazada y ha dado a luz en el convento de los salesianos. De momento no ha podido tramitar el documento de identidad peruano para el pequeño, en vista del cierre de las oficinas de entidades públicas por la cuarentena. Esto será un impedimento para cuando busque sacarlo del país, como también ocurre con niños de padres venezolanos nacidos en Perú durante el estado de emergencia.
Otra dificultad es la negativa de los haitianos a aceptar albergues separados de modo individual. Si se les brinda un centro de acogida, debe ser para los dieciséis, ante su temor de separarse como grupo. En la última semana de junio, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos envió una carta al Ministerio de Relaciones Exteriores buscando solucionar esta crisis, encontrándoles un asilo o brindándoles una forma de retornar a su lugar de residencia. Mientras, Michel, Joseph y Frantson observan por los ventanales del terminal de buses las calles de La Victoria, donde los limeños van retomando la llamada nueva normalidad.