[FOTOS] Contigo Villarreal: Estudiantes resistiendo por la educación pública
Hace veinte días que los alumnos villarrealinos se apoderaron del primer local de su universidad para sacar a las autoridades corruptas. Pero más allá del repudio a la cúpula aprista del rector Viaña, está la lucha del movimiento estudiantil.
“Chilenos de m…” escribieron los detractores apristas, a modo de insulto, encima de un cartel colocado por los villarrealinos donde se parafraseaba la consabida arenga de los estudiantes mapuches “Lamento que mi protesta arruine tus clases. Tu indiferencia arruina mi universidad”. Los feroces ataques descalificativos, y también de amenazas físicas, no se hacen esperar en estas últimas semanas.
Fue el martes cinco de julio cuando un grupo de alumnos se apoderaron de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional Federico Villarreal, en San Miguel. Protestaban para echar a las autoridades corruptas, encabezadas por el rector José Viaña y su grupo político de decanos ligados al Partido Aprista. Paulatinamente, en solo cuestión de días, las demás sedes de la Villarreal también cayeron en poder de los estudiantes. Aunque la presencia de contingentes policiales en los exteriores de los edificios universitarios hacía presagiar un desalojo, de momento no ha habido confrontación alguna con los uniformados. Pero no son ellos el peligro esperado por los universitarios que aún resisten al interior.
El CUA (Comando Universitario Aprista), agrupación estudiantil ligada al partido político de la estrella, en complicidad con los rectores y decanos apristas, han manejado los puestos de poder e influencias al interior de la casa villarrealina por décadas, traficando incluso con las vacantes de ingreso y los grados académicos. Eso no es ningún secreto. Pero tampoco lo es la agresividad de sus miembros, que no dudan en romperle la cara a cualquiera que se les oponga en el interior de la universidad, al fiel estilo de los búfalos apristas.
Ya en enero hubo una toma anterior, donde los alumnos del anexo 8 de la universidad, donde se ubica la Facultad de Psicología, en la avenida Colonial, resistieron por dos semanas, ante el ataque de los apristas que pretendieron incendiar la puerta para ingresar y atacarlos. La defensa de la universidad ahora está mejor organizada, contando con la experiencia de compañeros sanmarquinos, de La Cantuta, de otras universidades y demás activistas aliados del movimiento estudiantil que no dudan en apoyarlos.
Con el rostro cubierto, los jóvenes al interior de cada una de las sedes tomadas son esquivos a la cámara, sabiendo el riesgo que implica no solo para su integridad sino también para su situación académica ser identificados como partícipes en la medida de fuerza que llevan a cabo, a la espera de que las autoridades educativas les permitan tener un proceso democrático de reorganización de su casa de estudios.
Fotos de Jai G. y Alan B.
Además de la renuncia de la Asamblea Estatutaria, ente controlado por Viaña que impide la adecuación de la Villarreal a la Ley Universitaria, los alumnos también piden que sean sus mismos representantes estudiantiles quienes participen en la fiscalización de este proceso de adaptación, en la cual no se permita la participación de la cúpula aprista. Del mismo modo, solicitan a la Contraloría que investigue los casos de corrupción de las autoridades salientes. También consideran pertinente el reconocimiento de los derechos universitarios más básicos, como la gratuidad de la enseñanza, la libertad de cátedra, el derecho a tacha, el tercio estudiantil en los órganos de gobierno universitario y el acceso a los servicios universitarios.
La Ley Universitaria, dispositivo legal promulgado por el gobierno de Humala y vigente desde este año (razón por la que la permanencia de Viaña como rector es ilegítima legalmente) ha sido usada como herramienta por los estudiantes para librarse de las mafias que controlan la educación universitaria, como por ejemplo hicieron los sanmarquinos con el también aprista Pedro Cotillo, a inicios de año. Pero esto no implica su aceptación dentro del movimiento estudiantil, pues amplios sectores de las universidades públicas la consideran privatista y que pone la educación al servicio de los intereses económicos del mercado y las empresas, antes que en función a la realidad social, científica y cultural del país. De momento, es la baza de la que mejor se están sirviendo.
Son estas las dos amenazas que pugnan entre sí por hacerse del control de la educación universitaria en nuestro país. Por un lado, las antiguas burocracias corruptas que quieren lucrar con el esfuerzo de los jóvenes, y por otro, los grandes intereses económicos que, con el aval del Estado, quieren convertir la universidad pública en una universidad empresa, donde se fabriquen profesionales con los estándares exigidos por el mercado de acuerdo a su conveniencia. Sólo la organización interna de los estudiantes puede evitar que su derecho a una educación libre, gratuita y verdaderamente popular no sucumba entre las cuentas bancarias de quienes trafican con la educación.
Mientras muchos de los compañeros se turnan por las noches para vigilar los edificios tomados, mirando al exterior por si se acercan policías o matones apristas, adentro se reúnen en asambleas para ver temas como el abastecimiento de víveres, la limpieza, las comisiones que se reunirán en las negociaciones con los representantes de la Sunedu (Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria) y otras entidades estatales. Las donaciones de comida no se hacen esperar, por parte de otros alumnos, padres de familia y simpatizantes con la causa. Algunos alumnos pasan días enteros al interior de sus locales, mientras otros se relevan en la vigilancia.
La ilegitimidad de Viaña, que pone a la Villarreal como una universidad sin rector de facto, les da cierto respiro de alivio a los alumnos, puesto que legalmente no existe ninguna autoridad universitaria que pueda ordenar a la Policía entrar a desalojarlos. Las oficinas del rectorado, en un edificio de San Miguel tomado recién el martes 19 de julio, se han convertido en un punto crítico por la fuerte vigilancia policial que crea un clima de tensión en la que tal vez es la sede más importante de todas.
Es innegable que los años de dominación aprista han mellado en la organización del movimiento estudiantil villarrealino, que tal vez no está tan curtido como el de San Marcos o el de otros colectivos juveniles. Asambleas donde se busca más horizontalidad en lugar de protagonismos, la tendencia a la formación de burocracias y cúpulas con directrices propias dentro del mismo movimiento estudiantil, no confundir la disciplina y la autoregulación con el autoritarismo de los dirigentes y otros tópicos son parte del debate al interior de los recintos.
Como la referencia más cercana, está el proceso llevado a cabo por los sanmarquinos, quienes lograron expulsar al rector Cotillo en la primera semana de enero, hecho en el que tuvo cierto protagonismo la Federación Universitaria de San Marcos, gremio estudiantil bastante representativo, muy bien organizado en cuanto a la ejecución de acciones, aunque con estructuras verticales ciertamente arcaicas y burocráticas. Pese a que cambiaron de rector, las mafias enquistadas seguían cómodas en los puestos clave. Luego de que los alumnos volvieran a tomar su campus en marzo contra la entonces rectora interina Antonia Castro, acusándola por las irregularidades en la conformación de la Asamblea Estatutaria, fueron desalojados por la Policía tras solo un día, fracasando en este intento de reafianzar su derecho a fiscalizar la adecuación a la Ley Universitaria. El nuevo Estatuto elaborado antes de las elecciones para rector cercenó en gran medida varias de las prerrogativas de los representantes estudiantiles, mermando el derecho al cogobierno, conquistado décadas atrás. Las ansias de poder entre distintas facciones políticas de profesores que postulaban al rectorado los han llevado a enfrentarse a la elección de un nuevo rector proveniente del mismo sector que Cotillo, quien derrotó a un contrincante electoral de filiación fujimorista. La lucha en San Marcos contra la corrupción y las políticas privatistas está lejos de terminar.
En la Villarreal, mientras unos toman el desayuno común en un local y en otro se ponen de acuerdo para custodiar las puertas, también se conversa de conformar una federación universitaria cuando cese la toma. Pero para eso y no terminar como sus pares sanmarquinos, necesitarían librarse de una vez por todas cualquier vestigio del régimen anterior. Es por eso que, aunque la Asamblea Estatutaria ya ha sido emplaza por la Sunedu y Viaña no es el rector, no quieren desistir de la toma hasta estar seguros.
Por la noche del domingo, un hombre amenazó pistola en mano a algunos alumnos que esperaban en la puerta ingresar al anexo 8, a la vez que otros matones arrancaban los carteles colocados en el frontis. El lunes por la mañana, misteriosamente se incendió un pequeño museo perteneciente a la universidad, al lado de la sede central. Constantemente, se escuchan petardos e insultos provenientes del exterior de los muros, durante la madrugada, cuando los policías brillan por su ausencia. Los apristas están afuera, aguardando la mejor oportunidad para intentar recuperar la que ellos consideran su universidad, su trozo de la torta del Estado que están acostumbrados a saquear.
Pero al interior de las paredes villarrealinas, aunque no falten las discrepancias y los debates interminables, saben que La Villa es del pueblo y no de los corruptos. Y quienes no son estudiantes pero se sienten sus compañeros, dicen Contigo Villarreal.
Estudiantes apristas del CUA atacando el anexo 8 durante la toma de enero.